Se trata de la otoesclerosis. Es más habitual de lo que suponemos, genera muchas molestias hasta derivar en hipoacusia. Resulta fundamental consultar con el especialista, porque tiene solución.
No se conoce a ciencia cierta la causa de la otoesclerosis, pero sí sus consecuencias: la pérdida de la audición.
La otoesclerosis se define en pocas palabras: se trata de un crecimiento óseo anormal en el oído medio que causa la pérdida de la audición. Este crecimiento evita que el sonido llegue hasta el oído interno, por eso se genera la hipoacusia.
Todavía no está claro por qué se da este proceso, pero los científicos creen que podría estar relacionado con una infección anterior por sarampión, con fracturas por estrés en el tejido de los huesos que rodea el oído interno, o con trastornos del sistema inmunitario. La otosclerosis también tiende a ser hereditaria.
La pérdida de audición es el síntoma de la otosclerosis más frecuente. Por lo general, comienza en un oído y luego se pasa al otro. Esta pérdida puede aparecer de forma muy gradual.
Muchas personas con otosclerosis primero se dan cuenta de que no pueden oír tonos bajos o no oyen un susurro. Otras, en cambio, pueden tener mareos, problemas de equilibrio o tinnitus. El tinnitus es un rugido, chasquido, silbido o zumbido en los oídos o en la cabeza que a veces ocurre con la pérdida de audición.
La hipoacusia debida a la otoesclerosis puede ser tratada por medio de un implante auditivo.
Ante los primeros síntomas, lo mejor es consultar con un especialista para decidir cuál es el tratamiento adecuado de acuerdo con el tipo de hipoacusia, si afecta uno o los dos oídos (unilateral o bilateral) y la severidad de la pérdida.