Ni los vientos patagónicos pudieron detener la fuerza arrolladora de Hernán Spotti, docente jubilado e implantado de modo bilateral. Esposo, padre y abuelo pleno, desde la provincia de Santa Cruz, trabaja incansablemente para difundir la importancia de la detección temprana de la hipoacusia y la solución a través de los dispositivos. Cuenta su historia y la promesa que hizo al volver a oír.
Ser docente y vivir esa vocación profundamente junto a la fuerza que siempre le dieron su familia y los colegas fueron los pilares fundamentales para que Hernán Spotti transitara su propio camino hacia la audición.
“Cuando perdí la audición estaba dirigiendo la Escuela Industrial Nro. 4, de Río Gallegos. El diagnóstico que originó la búsqueda de una mejor calidad de vida es hipoacusia neurosensorial bilateral profunda. Inicie hace 30 años el camino que me llevó a vencer al silencio”, cuenta quien fuera profesor por tres décadas. Hoy, con 70 años y ya jubilado, admite que no fue fácil, pero que la decisión definitivamente valió la pena.
Implantado en 2001 de su oído izquierdo y en 2016 del derecho, Hernán recuerda por qué, después de 15 años, se decidió por el segundo dispositivo. “El anuncio de que seríamos abuelos me impulsó a lograr la audición bilateral”, cuenta emocionado el feliz abuelo quien, junto a su esposa, compañera inseparable, viven en la provincia de Santa Cruz.
Inquieto y siempre dispuesto a compartir sus experiencias, reflexiona sobre lo que significaron los años de silencio en su vida, que fueron primero de un oído y luego del otro. “Nadie se imagina lo que es el silencio, ningún oyente puede reproducir el silencio, yo lo represento como negro, donde no hay nada, ningún estímulo”, relata.
Como toda situación límite que nos sorprende en la vida, el silencio fue, para él, una oportunidad. Estando sordo, sus alumnos no quisieron que deje de dar clases, sino que se adaptaron a sus posibilidades. “Estoy muy agradecido con mis alumnos”, se emociona.
Siempre activo
Familiero pero con una agenda muy agitada, Spotti, es un hombre de palabra, y cuando recuperó la audición hizo una promesa que no abandona. “En ese momento hice una promesa con la vida: acompañar a todo aquel que necesite información para mejorar su realidad personal, familiar y social”.
Es por eso que, en la actualidad, participa activamente en la comunidad de los Consejos Municipales de Discapacidad y Adulto Mayor, brinda charlas en Institutos de Formación Docente, participa de congresos y acompaña a las familias que tienen dudas, necesitan respuestas o una palabra de aliento.
También es consciente de que el simple hecho de pasar por la cirugía de implante es solo el comienzo del proceso. De allí que asegure que la rehabilitación “es un factor muy importante para lograr el objetivo. El acompañamiento de la familia es fundamental, en mi caso lo ha sido junto al de mis alumnos y colegas, que me brindaron la mejor compañía para recorrer el camino”.
Convencido de que el implante coclear es un dispositivo que “nos permite desarrollar una vida plena, no es mágico ni biológico, es una maravilla de la tecnología que nos posibilita mejorar nuestra calidad de vida”. Y, a modo de sugerencia, alienta a que más voces se sumen para dar a conocer sus beneficios: “si compartimos nuestra experiencia como implantados cocleares podemos ser parte de la solución de otros, para que la falta de audición no separe al que no oye del otro y de los otros”.
Solidario y empático, Hernán cierra la charla ofreciendo su mail para quien desee escribirle, hacerle consultas sobre su propia experiencia y, así, mantener viva su promesa.
“Soy feliz y lo comparto “, dice como resumen de su vida, de sus más de 20 años de implantado, historia que está dispuesto a volver a contar con quien quiera escribirle a hspotti@hotmail.com.