Fanática de la Academia, María Belén Pietro, 20 años, está implantada desde hace casi cinco. La exjugadora de futsal reflexiona sobre su presente sin olvidar a todos los que la apoyaron en el camino hacia la audición: su familia, sus amigos y el equipo profesional.
A diario, vivimos situaciones en las que no solemos valorar lo que tenemos o, por el contrario, notamos la ausencia de eso que nos falta. Así le pasaba a María Belén “Belu” Pietro, 20 años, cada vez que se armaba una discusión de fútbol en su casa. Cuando Norberto, su papá, Paola, su mamá, su abuela, Inés, y sus hermanos, Tomás e Ignacio, comenzaban a conversar sobre fútbol, Belu se iba desconectado poco a poco, porque no lograba escuchar y menos entender lo que decían.
Oriunda de Villa Lugano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, padece hipoacusia neurosensorial bilateral que manejó con audífonos hasta 2018, cuando fue implantada. “A finales de 2016, terminando la secundaria, ya no prestaba atención, porque no escuchaba. Me implanté e hice la rehabilitación, que fue bastante dura, aunque gracias a mi fonoaudióloga, mi familia y mis amigos, que me apoyaron siempre, salí adelante”, cuenta la joven, fanática de Racing y exjugadora de futsal.
Precisamente, destacando el trabajo en equipo que es la base del éxito en esos casos, Belu también incluye a su psicóloga, que la acompañó con la terapia en el proceso, desde las primeras calibraciones hasta el presente.
¿Cómo fue el momento del encendido?
“Fue una locura, estaba nerviosa, con miedo y con muchas dudas en mi cabeza. El sonido que más me llamo la atención y me emocionó fue poder escuchar la bocina de un auto estando en un 6to. piso. Eso, antes, era imposible”, recuerda.
Próxima a comenzar a estudiar para convertirse en maestra jardinera, Belu comenta que le cuesta conseguir trabajo: entrega su CV, la entrevistan pero cuando advierten que es discapacitada, no la vuelven a llamar. “Me dicen que me van a tener al tanto y, a mí, los implantes no me impiden nada, al contrario, me permiten trabajar sin problemas”, reflexiona.
Ama el fútbol, en su casa se respira fútbol, porque “somos fanáticos de Racing. Mi hermano más grande tuvo que dejar de jugar por rotura de ligamentos, pero mi hermano del medio está en primera división de Deportivo Español. Mi hobby es mirar fútbol”, dice divertida.
Entre los descubrimientos que llegaron junto a sus implantes, la música ocupa un lugar especial. Antes, como no escuchaba correctamente, no entendía las letras.
“Hoy, amo escuchar música, de todo tipo, mi cantante favorito es Abel Pintos. En realidad, mis implantes me ayudan en todo porque, por ejemplo, no escuchaba ni cuando mi mamá me llamaba desde otra habitación. Ahora, le contesto desde cualquier lugar de la casa, ¡porque la escucho!”, cierra la fanática de la Academia.
Agradecida a quienes la ayudaron en el camino, Belén asegura que “hubo personas hermosas a lo largo del proceso de mi operación y mi rehabilitación. Hoy, algunas están, otras, no, pero nunca me olvido de quien me ayudó y también de quien me hizo bullying. Doy gracias a todo eso, porque gracias a todo lo que viví, soy la persona que soy y me animo a hablar y a contar mi historia”.
En definitiva, feliz con sus proyectos y con un año que empieza con todo, Belén Pietro cierra la charla compartiendo una reflexión. “Cuando me saco mis implantes, pienso qué hubiera pasado conmigo si no hubiera podido escuchar a mi familia, a mis amigos, la música, a la hinchada en la cancha. Por eso estoy sumamente agradecida de haberme implantado. Nada es fácil, pero si hay fe, se puede todo”.
Tan convencida de que así son las cosas, que después de la cirugía, Belén prometió que si todo salía bien, se tatuaría la palabra fe, y así lo hizo.