Susana Nigro, 64 años, vive en la Ciudad de Buenos Aires, está implantada de modo bilateral y todavía se emociona cuando mantiene una conversación por celular sin problemas con su hija y Juan, su nieto, que viven en la Isla de Malta.
Si algo tuvo claro Susana, ni bien comenzó a notar su pérdida auditiva, fue que no se iba a resignar al silencio. Probablemente, que su mamá y sus tías hayan padecido sordera y que no lo hubieran asumido o intentado la mejor opción, la marcó a fuego. Por eso, eligió luchar y salir adelante. “Ellas nunca lo quisieron reconocer, eran mujeres de antes, duras, fue difícil. Cuando me tocó a mí, decidí que no debía ser así, como sucedió con ellas”, aclara.
Casada hace 42 años con Omar, con tres hijos, dos yernos y feliz abuela de Juan, de 15 meses, Susana Nigro padece una otosclerosis neurosensorial bilateral progresiva profunda que le generó la sordera. Al principio, de niña, no percibía su pérdida auditiva, hasta que, a los 30 años, después de sus embarazos, la disminución había avanzado y casi no podía escuchar, especialmente de su oído izquierdo.
“Fueron tiempos muy duros, ya que los audífonos no me resultaban. Y se sumaban los acúfenos y tinitus. Fueron años de búsqueda y muchos pesares. Creo que conozco casi todas las casas que ofrecen audífonos en Buenos Aires”, recuerda sobre esos años.
Nuevos desafíos
Pero su historia dio un vuelco en 2005, cuando cambió de otorrino y el nuevo especialista le habló sobre los implantes cocleares.
Susana se emociona al recordar esa etapa y asumir que, en verdad, comenzó otra vida para ella.
Y lo cuenta en primera persona: “Antes se implantaba un solo oído, el mejor, que en mi caso era el derecho, pero estaba lesionada la membrana del tímpano y no pudo ser. Entonces, decidieron implantar el izquierdo y fue maravilloso”.
Siempre apoyada por su familia, Nigro resalta la importancia de ese entorno positivo y contenedor para atravesar el proceso y salir adelante. “¡Nunca me abandonaron en esta búsqueda de poder escuchar y aclaro que tuve momentos muy oscuros! Pero, ellos, siempre están, lo saben bien los médicos y los profesionales de Cochlear, que también me escuchan y ayudan”, subraya.
Ya implantada, Susana volvió a trabajar en tareas contables, pago a proveedores y cobranzas. Hizo teatro y hasta actuó en una obra que se presentó en la Casa de Ronald McDonald Argentina.
Activa y solidaria, se ocupa de canalizar ese sentimiento colaborando como voluntaria en el Banco de Medicamentos y en Tejiendo la Red, donde elaboran mantas para escuelas rurales. Además, ayuda en una protectora de animales y está presente en el stand de Cochlear Family en cada Cochlear Day que se realiza en Buenos Aires.
Por el segundo
Las buenas noticias para Susana no se iban a detener. En un control de rutina, en 2018, detectaron que el tímpano del oído derecho había sanado y, desde el 2020, es bi-implantada. “Fue en plena pandemia, en junio de 2020, les aseguro que iba tan feliz y confiada que a las 12 horas estaba de regreso en casa”, subraya.
A casi tres años de la cirugía, recuperó casi el 100 por ciento de la audición, aun así, sigue con la rehabilitación auditiva y, cada seis meses, realiza la calibración de sus dispositivos.
Ya por terminar la entrevista, Susana detiene la charla, piensa un momento y cuenta que aún, hoy, se emociona, por ejemplo, al hablar por celular. “Hace unos días atrás estaba en el patio de casa, trabajando con mis plantas, y me había llevado la tablet, con música a todo volumen. A pesar de esto, pude escuchar el celular que sonaba en el comedor. Nos miramos con mi marido, fue pura felicidad. Y, otra vez pensé que me propuse no repetir la historia de mi madre, y lo logré”.
Susana luchó por alcanzar una vida plena y se siente orgullosa por haberse animado, el año pasado, a viajar sola hasta la Isla de Malta, para visitar a su hija, su yerno y su adorado nieto, Juan. Además, está feliz de hacer lo que le gusta, ayudar a otras personas, hablar por teléfono y hasta recorrer lugares turísticos con audioguías. Todas cosas que para un normo-oyente son naturales, pero que para quienes tienen ese sentido afectado, no lo son. Y lograrlo, es pura felicidad.