Vive en Córdoba capital, es fanático de Boca Juniors, practica fútbol, le gusta leer y escribir y la robótica. Está implantado con poco más de dos años y contagia entusiasmo con su relato. Gran nadador, sus padres se siguen emocionando al recordar su carita cuando se sumergió en la pileta por primera vez con el accesorio Aqua.
Cuando nos pusimos en contacto con Alejandra y Daniel, los padres de Mariano, para invitarlo a compartir su historia con nuestros seguidores, la respuesta inmediata fue que sí, sin dudarlo. Y, fue el mismo Mariano quien quiso contar su paso a paso con el implante en primerísima persona.
Mariano padece hipoacusia neurosensorial profunda bilateral, que le detectaron a los 18 meses de vida, y que quedó como secuela de una meningitis bacteriana.
Implantado desde los 2 años y 8 meses, recuerda esas fechas con precisión.
Fanático de Boca Juniors, el adolescente adora el deporte. De hecho, practica fútbol en el Club Atlético Barrio Parque de su Córdoba natal. También le gusta nadar, leer y escribir. Curioso y atento a aprender siempre algo nuevo, hizo cursos de robótica.
“Desde que tengo el implante mi vida cambió por completo. Puedo escuchar y hablar con mi familia y mis amigos”, cuenta Mariano que, aunque era muy pequeño cuando comenzó a usarlo, es consciente de ese antes y después en su vida. “El implante me ayuda a percibir de otra manera, puedo entender mejor cada situación y qué sucede a mi alrededor”, sostiene.
Alejandra, su mamá, cuenta que el camino fue un aprendizaje constante. “Al principio, cuando se le acababa la batería o tenía algún problema todo era caótico. Ahora, ya aprendimos que todo tiene solución. Él mismo se ocupa de su procesador, de cuidarlo, cambia los filtros y las baterías, arma su set de viaje cuando salimos”, cuenta orgullosa. Todavía se conmueve cuando se acuerda la primera vez que Mariano usó el accesorio Aqua: “aprendió a nadar de muy chiquito, cuando pudo meterse a la pileta con el Aqua su cara se transformó, tenemos la filmación y nos sigue emocionando ver su expresión”.
Como todos los adolescentes de su edad, pasa horas y horas mirando videos por varias plataformas digitales y jugando con sus amigos con la Play Station.
Al conversar con Mariano, se repite su sentimiento de alegría al poder comprender qué sucede en su entorno gracias a su dispositivo, esa conexión con el mundo que lo rodea lo sigue fascinando. Y, precisamente, siendo empático con otros chicos que, como él, estén usando o comiencen a usar implante pide paciencia, sobre todo a los padres. “Si su hijo o hija decide ponerse el implante, hay que enseñarles `despacio`, para que ellos puedan entender las situaciones y los problemas”.
Consciente de que su hijo es hipoacúsico y de que esa condición no va a cambiar, Alejandra también sostiene que el implante fue la solución, “un camino de ida”.
A punto de terminar el 4to. año del secundario con excelentes notas, Mariano Juárez tiene un largo camino por delante. ¿Será arquitecto? Todavía no lo tiene definido, pero poco importa, tiene tiempo para decidirse.
