Michel Vargas Guliotto tiene 26 años, forma parte de Los Toros, el seleccionado argentino de fútbol para sordos. Su hipoacusia jamás lo detuvo y, ahora, también es DT de futsal femenino y presidente de la Asociación Sordos de General Rodríguez (ASGR), donde está planeando armar una cooperativa de reciclado.
Fanático del fútbol y jugador desde que tiene memoria, cuando a Michel David Vargas Guliotto, 26 años, lo convocaron para integrar el seleccionado argentino de fútbol de sordos, conocido como Los Toros, el corazón le estalló de alegría. Así, en 2017, partió junto a sus compañeros representando a la Argentina en las Sordolimpíadas de Verano en Samsun, Turquía, donde compartió momentos únicos con deportistas de 16 países. Aunque no clasificaron, la experiencia fue fuerte y motivadora.
“Sentí mucho orgullo y felicidad de llevar la camiseta argentina y de poder representar a mi país. También, de compartir esos días con mis compañeros”, dice Michel, implantado a los 18 meses de vida.
Para llegar a este presente, el deportista de elite debió pasar momentos difíciles, que superó con valentía y perseverancia apoyado, incondicionalmente, por su mamá, Graciela.
Los inicios
Cuando tenía diez meses de vida, por causa de un virus que había dañado su nervio auditivo, Michel perdió la audición. “Como padres sentimos mucha angustia. La señal de que no escuchaba correctamente la tuvimos cuando, un día, su papá tocó la bocina del auto y mi hijo no se dio vuelta. Lo llevamos al médico y después de varios estudios comprobamos que padecía hipoacusia neurosensorial profunda bilateral”, explica su mamá. Sin perder tiempo, consultaron y averiguaron alternativas, hasta que por recomendaciones llegaron al colegio Las Lomas Oral, de San Isidro.
“Allí vimos a un montón de chicos implantados que hablaban y escuchaban perfectamente y no dudamos que eso era lo que queríamos para Michel quien, con su problema y porque era casi un bebé, solo decía `mamá’, `papá’ y `agua´”, recuerda Graciela. Con sus padres separados, Michel vivió esos años con su mamá y su hermano, Gabriel.
Su infancia fue un ir y venir entre sus clases en el Lomas Oral, sus amigos normoyentes y el fútbol, pasión que también lo ayudó a una integración absoluta con sus pares. “El deporte fue muy importante, porque siempre tuve muchos amigos y compañeros que me estimulaban. Cuando recibí mi implante, al año y medio, mi vida empezó a cambiar, poder escuchar fue algo maravilloso. Tanto que a los 8 ingresé a una escuela de oyentes donde cursé el primario, el secundario y me recibí de bachiller”, cuenta Michel.
Hoy, Michel está en pareja y es papá de Aythiana, trabaja como profesor de fútbol en el municipio de General Rodríguez dando clases a 60 chicas y chicos (20 mujeres y 40 varones). También entrena un equipo de futsal de mujeres y otro de varones. Y, como si fuera poco, es presidente de la Asociación Sordos de General Rodríguez (ASGR) desde donde está planeando otro emprendimiento: “vamos a armar una cooperativa de reciclado, para enseñar un oficio a los chicos. Ya tenemos el espacio, solo nos queda arrancar”, cuenta. Y, sin dudas, lo va a lograr.
