Lejos de limitarlo, la hipoacusia bilateral profunda con la que nació le dio fortaleza y seguridad para afrontar todo lo que vendría. Implantado a los 11 años,
Gastón Gómez (23 años) se perfeccionó como bailarín y, hoy, después de recorrer el mundo con Malambo Company, vive en el Sudeste Asiático.
Muchas veces el arte rompe barreras y, de modo de expresión, se convierte en medio de vida, en vehículo para ver el mundo y conectarse con culturas impensadas. Así le sucede a Gastón Gómez quien, a sus 23 años, sigue cosechando éxitos junto a Malambo Company, un grupo de danza y bombos de alto impacto.
Implantado a los 11 años, hijo mayor de Olga y Abel, extraña a la familia, sobre todo a sus hermanos, Alina y Ramiro. Sin embargo, después de haber recorrido desde hace varios años toda Asia, la decisión de asentarse en Vietnam, tan lejos de su querido Tristán Suaréz, lo llena de orgullo.
“Me quedé en este país por varias razones. Principalmente, más allá del contexto que estamos viviendo, acá seguimos trabajando. Hay que estar fuertes porque, aunque estoy lejos de la familia, sé que me apoyan y entienden, eso me da tranquilidad y fuerzas para vivir este tiempo diferente”, explica emocionado.
¿Cómo empezó todo? Comenzó a bailar a los 14, cuando ya estaba implantado. Tenía conocimientos previos pero volver a bailar no le resultó tan sencillo. “Me llevó varios años poder desarrollar mejor no solo la audición de mi oído implantado, sino también el ritmo de mi cuerpo, que se adaptara al cambio y poder llevarlo a la danza”, recuerda.
En lo artístico, el uso del implante fue generando un cambio importante para Gastón. Y así lo trasmite: “Me ayudó a tener la memoria más centrada en los tiempos de la música. Me ha tocado bailar y que, en el medio de algún show, se me apague el procesador debido a la transpiración, pero continuaba bailando, siguiendo los tiempos en mi cabeza para ir coordinado con el resto de mis compañeros. Me ayudó a percibir mejor los tiempos en cualquier tipo de música”.
Sigue girando
Quizá por estar en el momento adecuado, el día adecuado, se alinearon los planetas y su sueño se hizo realidad. Una tarde, allá por 2019,, un amigo lo invitó a audicionar para una compañía de malambo que comenzaría una extensa gira por Vietman.
A partir de ahí, todo se precipitó, empezaron los ensayos tres semanas antes de partir de gira. “Llegamos con mi amigo y nos integramos rápidamente al grupo. Fue extraordinario encontrar personas como ellos, se generó confianza y motivación. Y aquí estamos, viviendo un sueño, representando a nuestra querida Argentina haciendo lo que amamos y dando todo en cada show”, dice orgulloso.
Con una carrera inmensa por delante, Gastón espera seguir creciendo, perfeccionándose, con más herramientas para seguir bailando. Es una meta personal y profesional. Mientras tanto, disfruta con sus compañeros haciendo lo que más le gusta al tiempo que recorre y conoce sobre la historia y la cultura de Vietnam.
Sin olvidar sus raíces, entre mate y mate, aprovecha los momentos libres para tomar cursos online de LSA. Y explica por qué lo hace: “quiero vivir en un entorno en el cual todos nos sintamos de igual a igual, y a eso voy a apuntar estos años siguientes de mi vida”.
Con predisposición, respeto y actitud, se puede lograr lo que cada uno se proponga. “La única persona que puede ponerse límites es uno mismo. Y siempre hay que superarlos y apuntar más lejos. Nada es imposible. ¿Mi meta? Crecer como artista, pero sobre todo, como ser humano”. Así lo resume Gastón, con simpleza, profundidad y sabiduría, desde los confines del Continente Asiático.
Para disfrutar de toda la fuerza y el talento de Malambo Company, compartimos este video, que grabó Gastón Gómez desde Vietnam, con un mensaje especial para la Semana Cochlear 2019, realizada en Buenos Aires.