Obtenga información sobre cómo funciona la audición, por qué tenemos dos oídos y cómo influye la audición en la vida diaria.
¿Cómo oímos?
Si bien la audición es el proceso del sonido al recorrer el oído externo, medio e interno, es nuestro cerebro el que interpreta lo que oímos.
Cada una de las partes de nuestro oído tiene una función fundamental en la transmisión del sonido.
- Oído externo: la parte que se puede ver (el pabellón auditivo) y el conducto auditivo.
- Oído medio: la membrana del tímpano y tres huesos diminutos conectados (huesecillos), que generalmente reciben el nombre de martillo, yunque y estribo.
- Oído interno: la cóclea, con forma de caracol, y el nervio auditivo, así como también canales semicirculares que ayudan al equilibrio.
Nuestra audición natural depende de que estas partes funcionen juntas. Si tiene algún problema en cualquier lugar de este proceso, es posible que sufra de hipoacusia.
Audición con ambos oídos
El cuerpo humano es una red de pares: dos ojos, oídos, fosas nasales, brazos, manos, pies y piernas. El cerebro usa estos pares para coordinar y maximizar la forma en que funciona el organismo.
Del mismo modo, nuestros oídos funcionan como un dúo. Tenemos dos oídos que nos dan la capacidad para ubicar el sonido, distribuir el volumen para tolerar los sonidos altos y también para disfrutar de una mejor calidad de sonido (como escuchar en «estéreo»).
Poder escuchar con ambos oídos hace que sea más fácil entender el habla y determinar de dónde vienen los sonidos.
Audición, comunicación y funcionamiento del cerebro
La audición es el primer paso del desarrollo de las habilidades de comunicación. Es cómo los niños aprenden a reconocer a sus padres; los bebés comienzan a oír sonidos en el vientre de la madre. La audición también es importante para aprender a hablar, ya que los niños aprenden imitando los sonidos.
Aunque la audición no es la única forma de comunicarnos, la hipoacusia afectará la manera en que hablamos e interactuamos.
Las personas mayores con hipoacusia son más propensas a desarrollar otros problemas, como incapacidad para pensar con claridad o recordar, en comparación con las personas que tienen una audición normal. Como el cerebro es el que interpreta el sonido, cuando alguien pierde la función auditiva, las conexiones en el cerebro que responden al sonido no se reorganizan.