Victoria Gómez, 12 años, disfruta mezclarse con los normooyentes, porque le encanta sacar el máximo provecho a sus implantes. Le permiten estudiar, pasar tiempo con su familia y sus amigos y proyectar su vida sin limitaciones. Ahora, la hipoacusia bilateral profunda con la que nació, gracias a sus dispositivos y el trabajo en equipo en su rehabilitación, no es un impedimento para lograr todo lo que se proponga.
“El implante coclear es la llave de muchas puertas. El mundo es oyente plenamente y el implante fue la llave que permitió a mi hija acceder a él”. Las palabras pertenecen a Natalia Álvarez, mamá de Victoria Gómez, de 12 años, implantada al año de vida. Vicky nació con hipoacusia profunda neurosensorial bilateral. Así y todo, según cuenta su mamá, “asistió a la primaria a una escuela común y no tuvo apoyo de maestra especial porque no lo consideraban necesario”.
“Transitó la escolaridad primaria como normoyente -recuerda-. Recibió el alta de terapia verbal auditiva a los siete años y al terminar la primaria recibió el diploma de mejor alumna y fue abanderada”.
Ahora, la niña empezó sus estudios en una escuela técnica, para la que debió rendir un examen de ingreso eliminatorio. “Además, va a una escuela de arte pública, y también ahí fue abanderada con la portación de la bandera provincia -relata orgullosa su mamá-. Lo mágico es que la EEN1 de Berazategui es la única de arte en la zona, y ella lo logró”.
“El mundo es netamente oyente. Y la verdad, para mi como mamá, los implantes son las llaves para que Vicky abra las puertas de ese mundo. Se confunde en el montón de normoyentes y ella lo disfruta”, describe Natalia la oportunidad que la medicina le dio a su pequeña hija.
“A partir de ese eje, no tenemos techo. Todos los días son de aprendizaje constante. Y contamos con el sostén de un grupo de profesionales médicos y técnicos que no nos sueltan la mano y guían nuestro camino”.
Emocionada, Natalia aseguró que jamás había imaginado que su hija “lograra tanto”.